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Ex
Nicolás Hardy
Oksbooks
-
Fue Amor
Muy cada tanto, un evento ilumina una idea con tal claridad que hasta el más negado la entiende. El pequeño libro del fotógrafo Nicolás Hardy, Ex, ilumina la idea de arte conceptual: sus 88 imágenes de una mujer rubia, hermosa, distraída y como en un mundo propio, toman un sentido profundamente diferente por su título. La mujer es la ex de Hardy, el libro una antología de los cientos de fotos que un fotógrafo puede llegar a tomarle a su pareja en algo así como una década.
Hardy es argentino, nació en 1970, es un profesional desde 1988, vive a medias entre Buenos Aires y Nueva York y se dedica a la moda, la publicidad y el retrato. Su primer maestro fue Antonin Kratochvil, de quien vio unas fotos en una revista y a quien fastidió hasta que lo tomó como asistente y alumno. Apenas mayor de edad, Hardy se mudó a Nueva York a aprender de un virtuoso de la sequedad en el fotorreportaje. En un timonazo, el ya profesional pasó luego a trabajar con el extravagante fotógrafo de modas Francesco Scavullo, al que confesamente le debe su seguridad técnica en cosas como luces y producción.
Ex puede ser leído como un manifiesto de estos cauces contradictorios, con una cierta ventaja de Kratochvil. Hay algunas tomas posadas, efectistas y efectivas, de extraordinaria sensualidad, y una amplia mayoría tomadas en marcha, movidas, casi descuidadas. Entre todas construyen a Sylvia, la ex: adormilada en una cama llena de gatos, caminando en ciudades extrañas, en subtes asiáticos y ante teléfonos norteamericanos. Sylvia se baña, bosteza, anda en bicicleta, se viste o desviste, lee. Sylvia se baña repetidamente, se afeita las axilas, se peina y hasta amaga sonreír tres veces –una a medias, otra con ferocidad, apenas una con alegría.
Estas disquisiciones son esenciales a un libro que es aluvional y despierta al mirón. Hardy mismo está como de voyeur en algunas tomas, medio escondido atrás de cámaras diversas y siempre pequeñas, reflejado en espejos estallados por el flash, un ojo de carne y otro de cristal. El mirón se pregunta quién es esa mujer impávida, tan sueca –aunque en rigor es portorriqueña con una ascendencia mixta donde anduvo algún irlandés–, qué piensa, qué hace –fue modelo, diseña modas.
El anecdotario se termina con el detalle de que Hardy está recién casado con Stefania, escritora italiana hija de diplomáticos y criada en medio mundo, que vio nacer el libro en pleno preparativo de boda y encuentra las fotos “odiosas e irresistibles”. Stefania las vio en un book encuadernado, la primera selección temática y conceptual, madre directa de Ex.
Otro nivel para pensar un libro que, casi sin palabras, lo llena a uno de palabras. Nada mal.
Sergio Kiernan
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Ex
Nicolás Hardy
Oksbooks
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Fue Amor
Muy cada tanto, un evento ilumina una idea con tal claridad que hasta el más negado la entiende. El pequeño libro del fotógrafo Nicolás Hardy, Ex, ilumina la idea de arte conceptual: sus 88 imágenes de una mujer rubia, hermosa, distraída y como en un mundo propio, toman un sentido profundamente diferente por su título. La mujer es la ex de Hardy, el libro una antología de los cientos de fotos que un fotógrafo puede llegar a tomarle a su pareja en algo así como una década.
Hardy es argentino, nació en 1970, es un profesional desde 1988, vive a medias entre Buenos Aires y Nueva York y se dedica a la moda, la publicidad y el retrato. Su primer maestro fue Antonin Kratochvil, de quien vio unas fotos en una revista y a quien fastidió hasta que lo tomó como asistente y alumno. Apenas mayor de edad, Hardy se mudó a Nueva York a aprender de un virtuoso de la sequedad en el fotorreportaje. En un timonazo, el ya profesional pasó luego a trabajar con el extravagante fotógrafo de modas Francesco Scavullo, al que confesamente le debe su seguridad técnica en cosas como luces y producción.
Ex puede ser leído como un manifiesto de estos cauces contradictorios, con una cierta ventaja de Kratochvil. Hay algunas tomas posadas, efectistas y efectivas, de extraordinaria sensualidad, y una amplia mayoría tomadas en marcha, movidas, casi descuidadas. Entre todas construyen a Sylvia, la ex: adormilada en una cama llena de gatos, caminando en ciudades extrañas, en subtes asiáticos y ante teléfonos norteamericanos. Sylvia se baña, bosteza, anda en bicicleta, se viste o desviste, lee. Sylvia se baña repetidamente, se afeita las axilas, se peina y hasta amaga sonreír tres veces –una a medias, otra con ferocidad, apenas una con alegría.
Estas disquisiciones son esenciales a un libro que es aluvional y despierta al mirón. Hardy mismo está como de voyeur en algunas tomas, medio escondido atrás de cámaras diversas y siempre pequeñas, reflejado en espejos estallados por el flash, un ojo de carne y otro de cristal. El mirón se pregunta quién es esa mujer impávida, tan sueca –aunque en rigor es portorriqueña con una ascendencia mixta donde anduvo algún irlandés–, qué piensa, qué hace –fue modelo, diseña modas.
El anecdotario se termina con el detalle de que Hardy está recién casado con Stefania, escritora italiana hija de diplomáticos y criada en medio mundo, que vio nacer el libro en pleno preparativo de boda y encuentra las fotos “odiosas e irresistibles”. Stefania las vio en un book encuadernado, la primera selección temática y conceptual, madre directa de Ex.
Otro nivel para pensar un libro que, casi sin palabras, lo llena a uno de palabras. Nada mal.
Sergio Kiernan
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