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El mundo es un lugar horrible lleno de cosas hermosas
Florencia Reta
La Luminosa ed.
-
Cada mañana mi mamá me dejaba en la casa de mi abuela y cada noche me iba a buscar. Escuchaba sus tacos acercándose enérgicamente desde la esquina y eran la cuenta regresiva hacia mi mejor momento del día.
Nuestra casa quedaba a diez cuadras. Era una ciudad pequeña, con veredas anchas, vacías, silenciosas; y si era verano florecían las madreselvas.
Una vez ella me dijo que iba a comprarse las botas de las siete leguas y que íbamos a llegar en dos pasos. Yo en cambio quería que ese viaje durara para siempre. Me imaginaba saltando montañas y ríos en sus brazos cuando encontré un bollito de papel en el piso. Era una hoja arrancada de un cuaderno de espiral y escrita por ambos lados en tinta de birome azul. Esa misma noche le até un hilo de coser y ese fue mi primer perro, el perro que nadie me podía prohibir. Había deseado tanto tener uno y ahora hasta podía dormir secretamente con él. Fueron varios días de felicidad, hasta que naturalmente, alguien vio en mi perro solo un bollo de papel y lo tiró a la basura.
Veinte años después logré tener mi primera cámara. Como esas imágenes borrosas de ovnis, mis fotos se transformaron en pruebas. Lo que yo veía, además, existía.
Florencia Reta
-
Tapas duras enteladas con aplique de foto y serigrafía.
74 páginas
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El mundo es un lugar horrible lleno de cosas hermosas
Florencia Reta
La Luminosa ed.
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Cada mañana mi mamá me dejaba en la casa de mi abuela y cada noche me iba a buscar. Escuchaba sus tacos acercándose enérgicamente desde la esquina y eran la cuenta regresiva hacia mi mejor momento del día.
Nuestra casa quedaba a diez cuadras. Era una ciudad pequeña, con veredas anchas, vacías, silenciosas; y si era verano florecían las madreselvas.
Una vez ella me dijo que iba a comprarse las botas de las siete leguas y que íbamos a llegar en dos pasos. Yo en cambio quería que ese viaje durara para siempre. Me imaginaba saltando montañas y ríos en sus brazos cuando encontré un bollito de papel en el piso. Era una hoja arrancada de un cuaderno de espiral y escrita por ambos lados en tinta de birome azul. Esa misma noche le até un hilo de coser y ese fue mi primer perro, el perro que nadie me podía prohibir. Había deseado tanto tener uno y ahora hasta podía dormir secretamente con él. Fueron varios días de felicidad, hasta que naturalmente, alguien vio en mi perro solo un bollo de papel y lo tiró a la basura.
Veinte años después logré tener mi primera cámara. Como esas imágenes borrosas de ovnis, mis fotos se transformaron en pruebas. Lo que yo veía, además, existía.
Florencia Reta
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Tapas duras enteladas con aplique de foto y serigrafía.
74 páginas
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