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El alma es un placard
Roxana Buttazzoni
Paisanita Editora
Una tarde recorrí el patio de los vecinos. Había elásticos de camas, esos de hierro y metal desplegado. Estaban dispuestos en línea, los cuatro o cinco debajo de un aguaribay centenario. ¿Acá duermen cuando hace mucho calor? La mujer se rió tapando sus dientes con la mano. Me esforcé por no interpretar su risa. No pude. Me alejé unos metros (es que a veces siento que el otro me lee los pensamientos) y seguí preguntando sin ganas mientras mi hipótesis encontraba pruebas: Sí, acá se chupan todo y terminan enfiestados debajo del árbol.
En estas serranías no hay mar, pero en invierno, al secarse la mata, afloran los vestigios del verano. Cajas vacías de vino y muchas botellas que flotan, como un naufragio que no fue. Después supe que los elásticos de cama son utilizados como secaderos de frutas.
El alma es un placard
Roxana Buttazzoni
Paisanita Editora
Una tarde recorrí el patio de los vecinos. Había elásticos de camas, esos de hierro y metal desplegado. Estaban dispuestos en línea, los cuatro o cinco debajo de un aguaribay centenario. ¿Acá duermen cuando hace mucho calor? La mujer se rió tapando sus dientes con la mano. Me esforcé por no interpretar su risa. No pude. Me alejé unos metros (es que a veces siento que el otro me lee los pensamientos) y seguí preguntando sin ganas mientras mi hipótesis encontraba pruebas: Sí, acá se chupan todo y terminan enfiestados debajo del árbol.
En estas serranías no hay mar, pero en invierno, al secarse la mata, afloran los vestigios del verano. Cajas vacías de vino y muchas botellas que flotan, como un naufragio que no fue. Después supe que los elásticos de cama son utilizados como secaderos de frutas.